Ha
cumplido 13 años el 21 de septiembre de 2012. Cuenta su padre que la bautizaron
así, Digna, por el calendario Bristol. Para celebrarla en su cumpleaños
prepararon chicha de yuca y algunas otras delicias. Su hermano mayor trajo
carne de tropero (puerco de tropa) con que el monte premió su puntería y
habilidad de cazador. Doña Justina, una adorable viejecita interrumpió una
reunión de la comunidad para alertar de la presencia de esos animalitos
salvajes y deliciosos que merodeaban la pequeña aldea de Providencia, en las
márgenes del río Chimimita, tributario del Ichoa, en la parte central del
Territorio Indígena y Parque Nacional Isiboro Sécure, TIPNIS.
La
mencionada reunión (brevemente interrumpida por la alerta de troperos)
discurría entre quejas de los comunarios a sus dirigentes y enjundiosas
acusaciones contra la campaña de desinformación del gobierno. Don Carlos, el
corregidor cuenta sin disimular su molestia, que ya habrían sido “consultados”
por el gobierno en una maniobra engañosa: en una oportunidad el tristemente
célebre Juan Ramón Quintana llegó a Providencia con una nutrida maleta de
promesas y se habrían recogido en actas
las firmas de los comunarios a título de demandas y necesidades (digo
tristemente célebre, porque todavía se recuerda acá cómo huyó de San Ramoncito
con la nariz ensangrentada de un puñetazo y con un vidrio del helicóptero roto
a punta de machetazo, hoy trofeo de Guerra de aquella comunidad cuyo nombre
provee de una curiosa paradoja a esta anécdota). La bronca de Don Carlos se
debe a que las brigadas de consulta llegaron haciendo propaganda sobre los
supuestos beneficios de una carretera que pasaría a decenas de kilómetros y un
par de semanas de viaje por tierra y río desde esta comunidad. La gente de
Providencia, como es de esperar de una comunidad pequeña pero digna, dijo NO a
la carretera por medio del territorio indígena. Don Carlos se siente engañado y
utilizado, porque las promesas del Quintana no llegaron a un pueblo que no niega
sus necesidades, pero que por nada está dispuesto a ceder la integridad de su
territorio. Sin embargo, según la información oficial del gobierno providencia
habría dicho que sí a la carretera: he ahí el tenor de la molestia del
corregidor y los comunarios.
La
comunidad de Providencia tiene muchas necesidades, así como otras comunidades
del TIPNIS. Muchos se ven obligados a migrar temporalmente, trabajar de peones
en las estancias aledañas; la hermana de Digna trabaja de empleada doméstica en
Cochabamba, nadie sabe de ella desde hace algún tiempo. El gobierno tiene
dinero para transportar brigadas por helicóptero, imprimir cartillas a todo
color haciendo propaganda sobre la carretera y acusando y difamando al
movimiento indígena; pero es incapaz de implementar educación y salud de
calidad por los ríos del TIPNIS que son navegables casi todo el año... “son
nuestra carretera” suelen decir los vivientes del territorio indígena.
Digna
tiene un nombre de poema, va más allá del calendario Bristol, sintetiza el
valor de la lucha por el territorio, es una palabra que desde los 90 ha sido
enarbolada por el movimiento indígena: dignidad. Ese algo que no se negocia por
un motor de luz, por un fuera de borda ni por un panel solar. Porque la
resistencia a la consulta y a la carretera es digna y porque digna es la
resistencia.
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