"No hay un lugar quieto en las ciudades del hombre blanco. Ningún lugar donde se pueda oír el florecer de las hojas en la primavera o el batir las alas de un insecto. Mas tal vez sea porque soy un hombre salvaje y no comprendo. El ruido parece solamente insultar los oídos"
Carta de un jefe indio de Seatle al Presidente de los Estados Unidos (1855)

martes, 9 de octubre de 2012

Digna es la resistencia


Ha cumplido 13 años el 21 de septiembre de 2012. Cuenta su padre que la bautizaron así, Digna, por el calendario Bristol. Para celebrarla en su cumpleaños prepararon chicha de yuca y algunas otras delicias. Su hermano mayor trajo carne de tropero (puerco de tropa) con que el monte premió su puntería y habilidad de cazador. Doña Justina, una adorable viejecita interrumpió una reunión de la comunidad para alertar de la presencia de esos animalitos salvajes y deliciosos que merodeaban la pequeña aldea de Providencia, en las márgenes del río Chimimita, tributario del Ichoa, en la parte central del Territorio Indígena y Parque Nacional Isiboro Sécure, TIPNIS.


La mencionada reunión (brevemente interrumpida por la alerta de troperos) discurría entre quejas de los comunarios a sus dirigentes y enjundiosas acusaciones contra la campaña de desinformación del gobierno. Don Carlos, el corregidor cuenta sin disimular su molestia, que ya habrían sido “consultados” por el gobierno en una maniobra engañosa: en una oportunidad el tristemente célebre Juan Ramón Quintana llegó a Providencia con una nutrida maleta de promesas y se habrían recogido en actas  las firmas de los comunarios a título de demandas y necesidades (digo tristemente célebre, porque todavía se recuerda acá cómo huyó de San Ramoncito con la nariz ensangrentada de un puñetazo y con un vidrio del helicóptero roto a punta de machetazo, hoy trofeo de Guerra de aquella comunidad cuyo nombre provee de una curiosa paradoja a esta anécdota). La bronca de Don Carlos se debe a que las brigadas de consulta llegaron haciendo propaganda sobre los supuestos beneficios de una carretera que pasaría a decenas de kilómetros y un par de semanas de viaje por tierra y río desde esta comunidad. La gente de Providencia, como es de esperar de una comunidad pequeña pero digna, dijo NO a la carretera por medio del territorio indígena. Don Carlos se siente engañado y utilizado, porque las promesas del Quintana no llegaron a un pueblo que no niega sus necesidades, pero que por nada está dispuesto a ceder la integridad de su territorio. Sin embargo, según la información oficial del gobierno providencia habría dicho que sí a la carretera: he ahí el tenor de la molestia del corregidor y los comunarios.
La comunidad de Providencia tiene muchas necesidades, así como otras comunidades del TIPNIS. Muchos se ven obligados a migrar temporalmente, trabajar de peones en las estancias aledañas; la hermana de Digna trabaja de empleada doméstica en Cochabamba, nadie sabe de ella desde hace algún tiempo. El gobierno tiene dinero para transportar brigadas por helicóptero, imprimir cartillas a todo color haciendo propaganda sobre la carretera y acusando y difamando al movimiento indígena; pero es incapaz de implementar educación y salud de calidad por los ríos del TIPNIS que son navegables casi todo el año... “son nuestra carretera” suelen decir los vivientes del territorio indígena.
Digna tiene un nombre de poema, va más allá del calendario Bristol, sintetiza el valor de la lucha por el territorio, es una palabra que desde los 90 ha sido enarbolada por el movimiento indígena: dignidad. Ese algo que no se negocia por un motor de luz, por un fuera de borda ni por un panel solar. Porque la resistencia a la consulta y a la carretera es digna y porque digna es la resistencia.

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